jueves, 10 de abril de 2008

UN VIAJE A LA NOSTALGIA (XLIV) "Mínimo ensayo en torno al amor, el ocio y otras perversiones"



MÍNIMO ENSAYO EN TORNO AL AMOR, EL OCIO Y OTRAS PERVERSIONES
Rodrigo D’Ávila



Si tratamos de comparar dos épocas, fácil resultaría llegar a la conclusión y consenso, en el supuesto de que la cuestión fuera objeto de debate, de que cada una de ellas ha tenido sus pros y contras, aspectos positivos y otros no tanto.

Viene esto a cuento, si el objeto de nuestro análisis es la comparación entre, por ejemplo, los años sesenta y la actualidad -principios del siglo XXI- en cuanto a diversiones y entretenimientos para niños y adolescentes. Habría que convenir, sin dificultad, que la primera disponía de infinitas menos posibilidades que la actual; sin embargo, igual de temerario sería asegurar que careciera de ellas, aunque hoy muchas hayan desaparecido.

Entonces la libertad de movimientos para los chavales era cuasi total, el escenario de nuestros juegos y correrías era el conjunto del casco urbano y gran parte de sus aledaños: campos, bosques, ríos y lugares de alrededor; todo lo que con nuestras propias fuerzas o con la ayuda de sencillos medios mecánicos -como la bicicleta- pudiéramos abarcar.

Hoy en día los potenciales peligros se han multiplicado, hasta tal punto que esa libertad de que disfrutábamos se ha visto muy reducida, y eso en una ciudad pequeña como a pesar del crecimiento de los últimos años aún es Ávila. Creo en fin, que los niños y adolescentes han perdido la calle, y no ya por los riesgos que el deambular solos pudiera acarrear; no, han sido las nuevas diversiones bajo techo las que han contribuido a despojar a la calle de crios con autonomía, puesto que no me refiero a aquellos que se ven en los parques acompañados de sus madres, padres o abuelos -que esa es otra cuestión merecedora de comentario-.

Pero… ¿Y los mayores? ¿Qué entretenimientos podían disfrutar en los sesenta? Por supuesto que sí los había, aunque en infinita menor medida que ahora; y con esto alcanzo el punto adonde quería llegar desde el principio.

Esa gran concurrencia de distracciones en la actualidad pudiera ser una de las causas -no la única por supuesto- del descenso de natalidad.

No preciso de demasiada memoria para en este momento citar, sin apenas esfuerzo, al menos veinte familias conocidas de entonces, vecinas de mi barrio, cuya prole superaba los seis hijos, alcanzando alguna de ellas los catorce... hijos, no aciertos en la quiniela.

Cierto es que el descenso de natalidad actual tiene como causas, otras varías que confluyen: la carestía de la vida, el cambio en las ideas morales y religiosas, la facilidad de acceso a los anticonceptivos, la incorporación de la mujer a la vida profesional etc. pero seguro que una de las fundamentales es que el eslogan: “Haz el amor y no la guerra”, se ha transformado en otro como este: “Haz el amor, pero mejor antes un poco de zapping”.

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